La espiral de la vida

Hay momentos en los que la vida se siente como un déjà vu.

En lo profesional: clientes demandantes que quieren todo para ayer, jefes que ejercen presión desbordada, equipos con inmanejables, y ese viejo fantasma del síndrome del impostor que a veces se cuela en las noches de extenuación.

En lo personal: discusiones con los mismos familiares de siempre, relaciones que repiten patrones, heridas que regresan disfrazadas de nuevas.

Y pensamos: “¿por qué otra vez lo mismo?”.

Círculos y espirales

El círculo ha sido fundamental en la vida y en la historia. Está en la forma de los planetas, en los ciclos de la naturaleza, en los rituales que nos recuerdan la conexión con lo eterno. Y la rueda, ese gran círculo que revolucionó el mundo, no fue un invento menor: permitió que todo avanzara, que nos moviéramos y que exploráramos más allá de nuestras fronteras.

Sin embargo, mientras el círculo sostiene, la espiral, con su magia, transforma. El círculo cierra y regresa siempre al mismo punto. La espiral, en cambio, se abre y nos hace pasar por lugares que se parecen, pero nunca son idénticos, porque cada vuelta nos encuentra diferentes.

Por eso, la espiral es la que más se parece a la vida misma.

Patrones que vuelven

En mi amplia experiencia trabajando como asociada y como gerente de proyectos, lo he vivido muchas veces: puedo cambiar de empresa, de cliente, de industria, incluso de país, y a veces parece que la gente es la misma. Los mismos atributos de personalidad, los mismos problemas y discusiones sobre los mismos temas; tiempo, calidad, presupuesto. Los clientes que piden todo con urgencia y salir al mercado con el producto/documento/taller nuevo lo antes posible, y ni qué decir de la optimización, reducción de costos e incremento de la efectividad. La historia se repite, parecida pero nunca idéntica.

Confieso que a veces me agota y se atraviesa en mi mente el pensamiento repetitivo e intrusivo que me dice que huya de ese lugar. Pero cada vez elijo mejor cómo reacccionar. Antes todo era frustración y caí en la trampa de abandonar cada trabajo que me retaba porque no sabía cómo enfrentarlo; hoy entiendo que la experiencia técnica y la inteligencia emocional se van construyendo con vivencias, en estos escenarios que regresan con otro rostro.

En lo personal, pasa igual. Puedes volver a discutir con tus padres o hermanos por lo mismo que hace diez o quince años. Pero la diferencia está en tu respuesta: eliges alejarte un momento para reflexionar, callar en lugar de engancharte, tomarlo con calma o cambiar el rumbo de la conversación. Ese pequeño giro transforma tu manera de relacionarte con el patrón. Puede que poco a poco se rompa, porque ya no tiene el mismo poder sobre ti.

Crecer en espiral

Hoy miro mi vida personal y profesional y sé que no he crecido en línea recta, sino en espiral. Cada vuelta me ha dado experiencia técnica y, al mismo tiempo, inteligencia emocional y balance. He aprendido a no tener siempre las respuestas aunque todo parezca urgente, y a callar antes que hablar por hablar. He soltado la expectativa de ser una líder impertubable y me entregado al estrés como mi motor y motivador.

Quizás la vida siempre nos devuelva a paisajes familiares: el jefe difícil, la situación estresante, la empresa compleja, la presión de un proyecto o la discusión con un familiar. Pero somos nosotras las que elegimos cómo atravesar cada punto de la espiral, con más madurez, con más propósito y con más claridad.

La espiral de la vida nos recuerda que no retrocedemos sino que avanzamos en círculos abiertos y ascendentes. Repetimos lo conocido, pero desde otra altura. Y aunque a veces no parezca, cuando lo miras en retrospectiva y te comparas con la versión de hace 10 años, es radicalmente distinto.

Preguntas para cuando la espiral te alcance

  • ¿Qué de esto ya viví antes?

  • ¿Qué puedo hacer distinto ahora?

  • ¿Qué me enseña esta vuelta de la espiral sobre mí misma?

  • ¿Estoy lista para soltar este patrón o necesito atravesarlo otra vez?

No se trata de huir de las repeticiones, sino de reconocerlas como iniciaciones, porque cada vez que vuelven nos invitan a elegir de nuevo. Tenemos una oportunidad cada vez de romper el círculo y avanzar en la espiral.

El Nautilus: mi símbolo

Por eso elegí la espiral del nautilus como logo de mi marca. Este molusco marino crece creando nuevas cámaras en su caparazón, nunca vuelve al mismo lugar: se expande, se reinventa y evoluciona. Para mí, representa un recordatorio de que tanto en lo personal como en lo profesional siempre estamos en movimiento, creciendo hacia afuera y hacia adentro al mismo tiempo.

Este blog nace con esa misma intención: compartir historias, reflexiones y aprendizajes que nos recuerden que nunca estamos repitiendo en círculos, sino creciendo en espiral, aunque en el momento no parezca.

Y ahora te pregunto a ti:

  • ¿Qué patrones sientes que se repiten en tu vida?

  • ¿Y qué harás distinto esta vez para mirar tu espiral con otros ojos?

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